Después de varios meses de copago, ya se empiezan a notar las repercusiones en la población. Yo en mi centro de salud, me encuentro muchos casos de pensionistas que no se pueden pagar la medicación crónica, te dicen no me recetes este apósito porque no me lo voy a poder pagar. Y esta es la realidad que yo como enfermero de atención primaria, cada día me la encuentro más. Hay familias que subsisten de las pagas de los abuelos, que estos prefieren que sus hijos y nietos coman, antes de tener dinero para su medicación. Intentamos aprovechar al máximo el material de curas para evitar gastos a los pacientes, que incluso a veces rozamos el ridículo, pero el paciente te dice es lo que hay, no puedo costearme lo.
Estamos en un país inmerso en una crisis financiera de la que de momento no se ve salida, y todos los servicios sociales se están reduciendo. Estamos en la situación del pez que se muerde la cola, un enfermo crónico no tiene dinero para su tratamiento, ya que el gobierno le obliga al copago, por aquí el estado ahorra, pero el paciente se descompensa de su patología e ingresa en el hospital y esto genera gasto. Los políticos se deberían preguntar que les genera mas deuda los gastos de farmacia o los gastos de las hospitalizaciones de reagudizaciones de crónicos.